Se trata de una restauración integral de un jardín consolidado de cuarenta años. El propietario de la vivienda es un amante del estilo asiático, y nos confió este proyecto.
La línea de diseño se basó en los jardines Zen, con lo que se llevó la estética y el tratamiento de este espacio a la creación de parterres delimitados por perfiles de acero, a modo de islas en un mar de grava. Las especies implantadas son, en su mayoría, coníferas de porte medio o pequeño, con guiños a la vegetación típica japonesa, como bambús, bambús sagrados, arces y ciruelos japoneses.
Como toque final, se sustituyó una fuente antigua por una de acero corten y piedras basálticas, de diseño exclusivo, para este espacio.